martes, 16 de octubre de 2012

Capitulo 4

- ¿Eres nueva? ¿No conoces esto? -Me mira, sorprendida y yo, me limito a negar-
- He llegado hoy, vivía en las afueras y ahora, estoy buscando un piso por aquí, ah, por cierto, soy Liss.
- Yo soy Shir, encantada -sonríe y por una vez en mucho tiempo, parece que todo, empieza a irme mejor. Seguimos hablando un rato, hasta que terminamos, pedimos un frappé latte en el Mc Café y después de estar alrededor de una hora hablando, nos movemos. Volvía a llover, a si que con cuidado, cuelgo la mochila de mi hombro, miro hacia atrás, al pequeño local, ya casi vacío y me pongo la capucha, sonrío a Shir e intercambiamos el número de teléfono, quedaríamos en buscar un piso de estudiantes y alquilarlo entre las dos, así, nos saldría más barato. Bajo por la calle, cerca de la pared, cubriéndome en los pequeños tejadillos de los edificios. Después de unos minutos admirando todos los rincones del centro, entro y subo, de dos en dos los escalones del viejo edificio, entro con cuidado, sacando la llave que Doña Eugenia me dio antes y con cuidado, voy hasta mi habitación, quito un poco la humedad de mi pelo y me quito la ropa, me pongo una camiseta bastante ancha y unos pantalones de cuadros verdes, recojo mi pelo en un moño y gracias a Dios, había metido un libro "Aurora Boreal" de Âsa Larson. Lo dejo sobre la mesita y alcanzo el monedero, saco un euro y vago por el pasillo hasta la máquina exprendedora, meto la moneda y espero a que salga un chocolate caliente, me encuentro con otro huésped, inglés, creo y me despido de él, vuelvo a la habitación y una vez ahí, me arropo, me pongo contra la cómoda y leo durante un buen rato. Cierro el libro, me levanto para cerrar las ventanas y sonrío hacia las vistas del centro. Me acuesto y en breves, me duermo. 

                      ***

- Era tarde, corría, bueno, no lo sé, más bien, estaba ahí, quieta, creo. Pero tampoco lo puedo asegurar, notaba cómo el pánico, corría por mis venas y me congelaba todos los músculos. Una niña pequeña aparecía, me decía que la llevara con ella, que me fuera de ahí que era peligroso. Y entonces lo veo, un hombre, alto, grande, enorme, bastante ancho de hombros, completamente vestido de negro, solo se distinguían unos ojos azules, saltones, o verdes, no lo sé, el pánico me corroía por dentro y por fuera. Un millón de sensaciones corrían por mi cuerpo, tenía la piel completamente de gallina y mis ojos, alerta, oía las respiración de algo o alguien cerca de mí, pero tampoco sabía de dónde venía. Entonces, el hombre levanta su mano hacia mi y un grito, desgarra mi garganta. 

    ***

Me despierto, agitada, enciendo todas las luces y me encuentro sola, en una habitación que desconozco, sin nada familiar a mi lado. Rápidamente, enciendo el móvil, que marca las 5 y media de la mañana. Paso una mano por mi pecho y noto mi corazón a 1000 por hora, suspiro, intentando recobrar el aliento y noto cómo mis ojos, son empapados por una mezcla de lágrimas y pequeñas gotas de sudor. Encojo mis piernas, abrazándome contra ellas y poco a poco, vuelvo a caer en un profundo sueño.

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